«Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino». Viktor Frankl

Cuando decidimos realmente cómo queremos vivir, se entremezcla el esfuerzo por despertar las posibilidades dormidas y la aceptación de lo que la vida nos va dando.

A pesar de las adversidades, que nos desbordan y rompen certezas, aprendemos a confiar en la experiencia de lo improbable. A soportar la duda. A convivir con el vacío y ser su artesano. Mientras el vaivén del viento nos despeina para recordarnos que nada es seguro.

Y, entre quizás, abrimos una nueva mirada dispuesta a explorar los rincones. A descubrir lo invisible. A captar lo valioso. A celebrar lo construido. A renovar prioridades sin traicionar nuestros valores. Prioridades que nos definen y acercan, en cada momento, a una existencia coherente con nuestro sentido de la vida.

Imaginamos mundos posibles. Sueños que coexisten bajo la sombra que proyecta la conciencia de la realidad. Una realidad que transitamos, a veces con la presencia del miedo y otras con una sonrisa. Un trayecto donde elegimos los pasos, los movimientos, la quietud… con sus sombras y dificultades, hasta alcanzar la evidencia. Y con cada descubrimiento, una nueva pregunta. Es lo que significa estar vivo.

Dedicado a mi hermano Javier, quien frente a las adversidades ha iniciado un nuevo viaje, un canto al cambio, con honestidad, con coraje y, con y por encima de sus miedos. Cuestión de actitudes.