Te imagino libre en mi ventana…
Me alienta sentir que te acompaño al inicio de tu vuelo entre la lluvia...

Con redoblada gratitud voy recordando…
Tu generosidad, tu fuerza, tu sonrisa…

Te veo fundiéndote en las gotas... suavemente... con mucha sencillez…
donando uno a uno tus recuerdos
al compartido e insondable océano
que es nuestra humilde humanidad de siglos…

Reviso la imponente presencia de los cedros de mi patio
y fundo esa imagen con tus ojos.
Esa mirada que me regalas cada vez,
cuando me cuentas tu verdad.
Cuando convencido afrontas,
o cuando, a veces, dolorido aceptas,
cuando me das tu sonrisa y otra vez puedo volver a abrazarte…

Estoy aquí, en mi ventana.
Y dejo que la lluvia me empape.

Te imagino ya sobre las flores,
en el rayo de sol sobre mi rostro,
en esa piedra abrupta pero amable,
en ese guijarro simple del camino…

Habrá algún aroma del campo en primavera,
o alguna sensación compleja, acogedora,
quizá alguna brisa ligera paseando a la que pondré tu nombre y tus memorias.

Amor, rebeldía, fuerza,
mucha generosidad y valentía,
mucho dolor y alegría…

Tu vuelo al fin sereno descansando en la hermosa y dorada playa del ocaso.

Con todo mi cariño,
Tu hija Mari Luz.