Esa tarde de enero, Blanca estaba especialmente eufórica, iría a la cabalgata.
Brincaba con el paso de cada carroza. Recogía caramelos. Entonces, algo llamó su atención. Tiró del abrigo de su madre.
– ¿Por qué va descalzo?
– Seguramente es pobre, hija.
– Pues los Reyes no le dejarán regalos.
– Ellos son muy sabios, contestó.
Blanca no se quedó convencida. Por suerte una estrella fugaz surcó el cielo, apretó sus ojos y deseó fervientemente: «Qué todos los niños tengan zapatos».
Al despertar una caja enorme la esperaba. La abrió. Una sonrisa iluminó su cara.
El blog de Lidia: reto enero

Que aparezca la palabra Enero.
Es precioso Lola, un cuento conmovedor. Un besazo.
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Gracias, Carlos. No todos tenemos los mismos privilegios, es importante recordarlo para dar las gracias.
Un besazo de vuelta.
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Oooh, qué bonito, Lola 🙂 Lleno de la magia y la ilusión intacta infantil. Solo un niño puede actuar de forma tan altruista sin pensárselo dos veces. Te ha quedado un micro muy tierno.
Muchas gracias por participar en el reto.
Un abrazo grande.
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Gracias, Lidia.
Yo también lo creo y estoy casi segura que son felices con menos de lo que creemos.
Un abrazo grande de vuelta 😘
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Los niños con su inocencia nos regalan lecciones de vida. Tu cuento nos enseña lo que debemos hacer, darle un sentido positivo a nuestro diario vivir. Excelente tu relato.
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Totalmente de acuerdo, ellos con su inocencia despiertan lo mejor de nosotros.
Gracias, Manuel por enriquecer este espacio. Viniendo de ti, que escribes con una sensibilidad y belleza maravillosas, la calificación de excelente me sobrepasa. Es muy halagador. Un abrazo.
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Gracias a ti por tus escritos.
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[…] “El niño sin zapatos” por Lola. […]
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Me encanta esa fé en todo y todos que tienen los niños… ojalá no la perdiéramos nunca.
Un beso.
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La mirada de la inocencia. Gracias por tu aportación.
Un beso de vuelta.
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