«Procura que tus palabras sean tan bellas como tus silencios». Alejandro Jodorowsky .
Seguramente, estaréis de acuerdo conmigo en que el silencio nos incomoda. Llenamos de ruido la vida, ese ruido que termina convirtiéndose en la música de fondo de nuestra rutina cotidiana, que nos aleja de nosotros mismos y del contacto con lo que realmente sucede, con el presente.
Es primordial empezar a conectarnos más con el silencio, invitarlo a nuestros encuentros y valorar los momentos en los que sencillamente estamos, sin palabras, disfrutando de lo que nos brinda cada instante. Porque el silencio contiene la presencia del mensaje que no se ha dicho.
Elogio al Silencio:
Mi querido y misterioso Silencio, que unas veces me fascinas y otras, no te voy a engañar, me espantas.
Tú que me acompañas para apagar las luces, cerrar mis ojos y sentir mi respiración.
Tú que abres las puertas para descubrir mis miedos.
Tú que me muestras el presente con sus instantes.
Tú que me enseñas a escuchar todas las sinfonías de la vida.
Tú que consigues dejarme ese poso de serenidad.
Mi querido Silencio, contigo he aprendido a ser más tranquila, más reflexiva, a aceptar y a apreciar los pequeños momentos de la vida.
Quiero seguir compartiendo ese lugar dónde no hay nada que suprimir, dónde caben todas las cosas.
Mi querido Silencio, no me atrevo a pronunciarte por miedo a que te desvanezcas.
¡Qué se apaguen las palabras! Quiero continuar escuchándote, tenerte cerca y que me sigas susurrando al oído quién soy.