Solo puede haber orden cuando comprendemos el desorden que cada uno de nosotros genera, porque somos parte de la sociedad, nosotros hemos creado la estructura de la sociedad y estamos atrapados en esta sociedad.
Krishnamurti
Seguramente la mayoría de vosotros conocéis lo sucedido al fotógrafo René Robert, víctima de la indiferencia. Sí, murió en la calle de hipotermia sin que nadie se diera cuenta. Un triste adiós.
Salta la noticia y enseguida nos quejamos de la sociedad cuando no es deseada. Sacudimos nuestra indignación pública si es alguien famoso. Buscamos culpables de lo que sucede en nuestro entorno para aliviar la conciencia. Pero la cruda realidad, es que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad, porque tanto tú como yo hemos creado esta sociedad. Una sociedad de la que no estamos aislados ya que forma parte de lo que somos.
Hemos tejido unas relaciones basadas en la competitividad. En la individualidad. En la creación de falsas necesidades. En la superficialidad. Y nos encontramos con que lejos de cooperar rivalizamos. Se huye de compromisos y emociones reales para refugiarnos en una especie de neutralidad ajena al dolor que nos rodea, mientras, convivimos insensibles con lo que, por lo menos, debería indignarnos.
Es cierto que una multitud de noticias irrumpen a cada instante en nuestras pantallas: injusticias, abusos de poder, crisis humanitarias, violencia… Tantas que estamos anestesiados. Tantas que normalizamos. Tantas que invisibilizamos. Escenas incómodas de las que apartamos la mirada. Como si esta ignorancia sabida nos librara de responsabilidad.
Pensemos que si negamos al otro su condición humana es porque estamos renunciando a nuestra propia humanidad.
Estoy de acuerdo en lo que dices, Lola. Pero no en todo. Afortunadamente todavía hay personas que, no sintiéndose parte de esta sociedad egoísta y ególatra, luchamos con todas nuestras fuerzas por dejar algo mejor a los que vienen detrás, que nos indignamos, que reflexionamos, que no somos indiferentes, que lo contamos, dentro de nuestras posibilidades, que nos desesperamos y al día siguiente, volvemos a levantarnos con ganas de luchar. Por ser una de esas personas, duermo tranquila por las noches. Por ser una de esas personas, gracias. Un saludo.
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Me alegra tu comentario y que así sea, Marlen.
También me considero una de esas personas que levanta la mirada, pero somos parte de una sociedad que está fallando y de la que formamos parte. Otra cosa es que, personalmente, luches por no caer en el egoísmo y la indiferencia.
Sigo teniendo esperanza en el ser humano.
Así es que sigamos luchando.
Un saludo de vuelta
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Very well said, dear Lola ~ wishing for you a day of compassion, charity and inspiration. 😘
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Thanks Phil. I whish you the same.
I appreciate yours words.😉😘
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Tremendo. Me pregunto en qué nos estamos convirtiendo. Un saludo,
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Una reflexión dura pero, personalmente, necesaria.
Gracias por tu comentario.
Un saludo de vuelta
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Lo sucedido al fotógrafo se puede decir que prevaleció la supervivencia propia por encima de cualquier otra conducta humanitaria. Nos hemos vuelto menos solidarios debido a la crisis del coronavirus y el temor de acercarnos a personas desconocidas, nos hace voltear la vista a otro lado para no involucrarnos con las personas en apuros. Lamentablemente estamos inmersos una desconexión increíble con los conceptos humanitarios. Una reflexión que nos llama a poner atención a nuestro comportamiento. Una necesidad urgente de corregir.
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Gracias, Manuel Ángel, por tu comentario.
Coincido en que estamos inmersos en la desconexión más absoluta y se ve claramente en las grandes ciudades donde las identidades se pierden, dónde vamos acelerados y preocupados por nuestros problemas y ¿los otros?
Además se transmite un mensaje de miedo en vez de solidaridad.
No sé si el COVID lo ha acrecentado pero sí creo que viene de antes.
Intentemos corregir lo que esté en nuestra mano.
Cómo dijo la Madre Teresa de Calcuta: «A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar; pero el mar sería menos si le faltara una gota».
Un fuerte abrazo
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Muy buena reflexión, muy oportuna. Vivimos en una época de humanismo y materialismo extremo, cada persona centrada en sí misma, en sus propias necesidades y con una ceguera espiritual que nos impide ver al de enfrente. Se requiere que hagamos un alto y cada uno haga un análisis de conciencia y actitudes. Vivamos con menos, demos de más. Un gusto leerte.
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Gracias, Ana por tus palabras y la continuidad que das a la reflexión.
Un placer para mí que me leas.
Un abrazo
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Estamos anestesiados, muy cierto!
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Gracias, Franco por tu opinión.
Un abrazo
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En algún momento nos hicieron creer que podíamos cambiar el mundo, pero hace tiempo que solo se nos permite observarlo. Los cánceres de la sociedad, esa que dicen que hemos creado entre todos, nacieron con el primer humano, y son ya seculares.
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Gracias por compartir tu punto de vista.
Personalmente he tenido la fortuna de crecer en un barrio donde prevalecía el cooperativismo. Se compartía la vida y las necesidades. Se respetaba a los mayores y prevalecía la educación y la convivencia.
Hoy compartir ha sido relegado por tener y el adverbio más. Hemos modificado nuestras aspiraciones y con ellas nuestros valores.
Quizás haya que escribir fuera del renglón y no dejarse arrastrar por la corriente.
Un abrazo
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Un magnífico relato, Lola, que empuja a meditar y sobre todo a autoevaluarnos.
Como bien dices, es fácil aislarse de la sociedad cuando vemos cosas que no nos gustan, pero somos parte integrante de ella. Así que no vale mostrar nuestra carta de inocencia cuando solo nos quedamos mirando.
Lo que más tristeza y cabreo me da de estas cosas es que solo se habla de ellas, como bien dices, cuando le afecta a alguien famoso. Cuando todos los días podemos ver gente sin techo y necesitada en nuestras propias calles.
Estamos contaminados del veneno del consumismo; saturados de malas noticias por culpa de los medios, que solo las usan para su interés y para satisfacer el morbo; y acostumbrados a mirarnos el ombligo y no levantar la vista y gritar ¡basta!
Ojalá las futuras generaciones rompan estas tendencias y sanen a esta humanidad tan enferma.
Gracias por invitar a la reflexión con tu relato.
Un abrazo.
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Amigo José, agradezco tu reflexión que suma a esta entrada y que siento como triste, aunque quizás se acerca más a un sentimiento de rabia.
Es hora de parar y tomar conciencia de lo que realmente hacemos y saber qué es lo que está en nuestra mano para mejorarlo.
Efectivamente todos los días tenemos gente que pide ayuda. Y veo y siento que donde vivo, Madrid, es una jungla. Hoy mismamente de camino al trabajo en el metro una invidente pedía ayuda y casi la pasan por encima.
Ayer me paré a indicar una dirección a una persona a la que nadie atiende. De verdad que es totalmente alucinante.
Tanto consumismo y el atontamiento de la tecnología que ya no cruzamos la mirada.
Como dice mi tía: vamos a nuestro pedo. Se nos ha olvidado el prójimo y eso nos deshumaniza.
Gracias a ti por compartir tu opinión y qué tengas un buen día, una buena semana y una buena vida.
Un abrazo de vuelta
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…demasiada «televisión»… Es decir, dejar de ver al que está delante de uno, para ver «la pantallita», como tan bien lo expresaste. Y por eso se deja de considerar a «ese ahí delante nuestro» como a un SEMEJANTE.
(…cito una pregunta muy, muy vieja: «…quién es mi prójimo..?»)
Gracias, Lola.
Un abrazo..! ❤
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Gracias, Miguel.
Hay que ir con la mirada abierta y por supuesto con la generosidad despierta.
Porque hoy, aunque nos pese, es un acto de generosidad atender al prójimo.
Gracias a ti Miguel.
El prójimo tú mismo 😉
Abrazo de vuelta
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