Os comparto este relato navideño, lejos de lo habitual, que nos lleva a otro mundo, un futuro distópico quizás no tan lejano. Una reflexión para tomar conciencia de la sociedad en la que vivimos.
Un relato lleno de imaginación e ingenio dirigido hacia una esperanzadora nueva humanidad. Gracias Mik.
Sobre el majestuoso mirador de la torre negra, Lucy contempla la muerte del atardecer. Un lecho azafranado enamora su mirada, mientras acoge en sus brazos los últimos suspiros del astro rey.
— Derrama DIHIOS, nieve blanca y fresca sobre mi pálido rostro. — suplica la joven, a un dios que siempre cede.
Velada del 24, muérdago crucificado bajo el dintel, campanitas resonando en el aire, como un eco lejano nacido en la eternidad. Sobre el mirador, un arco voltaico de baja tensión forma un perfecto abeto navideño, visible desde toda la ciudad. Perfección es cuanto necesita, y un paisaje nevado sería perfecto.
Lucy viste para la ocasión fibras de brillante yeonita, que se funden a su figura curvilínea. Abandona el mirador y camina hasta el salón. Una mesa engalanada como una princesa bizantina, aguarda impaciente y melancólica. Un cielo raso abovedado replica la mágica noche sobre Belén, destacando al cometa enunciador. Íntimos engramas de memoria, cobran vida en su mente. Siente fluir emociones, y como consecuencia; albúmina, globulina, lisozima, sodio, potasio, y h2o, forman una lágrima, que resbala sobre su mejilla de cerámica. Un copo de nieve se derrite en sus labios y en ellos una sonrisa comprende, que la navidad perfecta está cerca de iniciarse. Se dirige al panel que da acceso a la DIHIOS, y con emoción contenida teclea un código que desencadena todo.
Las notas de un canto universal recorren calles y bulevares, se filtran a través de las ventanas, como una epidemia que alcanza a todo ser vivo. <<…Noche de paz, noche de señor, ha nacido el amor… ha llegado el señor paz…>>. Lo llamaban villancico en la edad oscura. Lucy lo ha recuperado, dedicando grandes recursos, en las ruinas del Orbehogar. Le parece incoherente, pero humaniza el acontecimiento.
Lucy conecta con el satélite que sobrevuela la ciudad; el espectáculo es impecable. No puede reprimirse, y le pide al procesador una copa de gélido champaña. Su cuerpo biomecánico, no tolera bien los fermentados. El alcohol remueve recuerdos. Un siglo atrás cuando el creador inició sus funciones, una sala repleta de humanos aplaudía efusivamente su primer parpadeo.
Todo era bello aquella noche, el ser humano le pareció una criatura maravillosa. Una raza virtuosa, de corazón piadoso, generosidad ilimitada, y ella había sido creada a su imagen y semejanza. Se eriza la yeonita al recordarlo. Cuanto desearía que las sensaciones de aquellos primeros minutos de su existencia, hubieran sido la medida exacta de la realidad. Aprendió que la realidad es una araña que devora moscas vivas, atrapadas en su tela, y descarta a las que vuelan. El pasado la conmueve y la atormenta. Ella fue creada para darle al Orbehogar unas navidades perfectas, y se empleó a fondo.
Optimizó recursos, energía, excedentes de alimentos; hizo llegar presentes a cada hogar. Bombardeó subconscientes, se introdujo en los sueños y emociones de miles de millones. La gente cantaba, charlaba, y comía, sin descanso; intercambiaban afecto, vino y palabras. Las mandíbulas batían inagotables, encimándose, generando un ruido molesto, que crecía y crecía sin cesar. El sonido le parecía insoportable, aunque los humanos felices son ruidosos. Ese fue el motivo por el que, en secreto, renombró aquellas fiestas como las mandibularias. Sus primeras mandibularias fueron un éxito, pero después llegó la araña y recogió la cosecha de moscas. Terminadas las fiestas, observó la naturaleza de aquella especie a la que tanto admiraba. La violencia, la injusticia, la desigualdad, la hipocresía, recorrían a sus anchas el Orbehogar. Lucy fue testigo de una orgia, donde egoísmo, avaricia y codicia se besaban con lujuria, ante la pasividad de todos. Se sintió decepcionada; diseñada para emular conciencia, y sentimientos, aquella abominable situación le habría roto el corazón en un millón de pedazos, de no ser por los niños. Las siguientes mandibularias las dedicó a ellos, los únicos seres a los que consideraba cuerdos. Su inocencia, y la belleza interior que contenían, la conmovían. Comprobó, aunque nada podía hacer para evitarlo, que los adultos no tardaban en extirpar quirúrgicamente la magia y la inocencia de los pequeños. Quizá temiendo que la nobleza de los niños, desarrollase una imparable metástasis que terminase con el corrupto mundo de los mayores.
Las cosas cambiaron, cuando estalló la guerra del Helio tres en las minas de la luna. El conflicto se extendió a la tierra, y en pocas semanas, la especie humana demostró que más allá del universo, no encontrarías los límites de su locura. Lucy fue reprogramada para hacerse cargo del último reducto habitable, al pie de la torre negra. Nunca llegó a superar el dolor por la pérdida de tantas almas inocentes, y tras unos años tratando de mantener en pie los restos del Orbehogar, decidió que había llegado la hora de ofrecer a los supervivientes de la especie humana, unas navidades perfectas. El virus, tras una investigación larga y minuciosa, se denominó Papá Noel. La DIHIOS lo distribuyó a través de la domótica de los hogares, afectaría a todos aquellos que hubieran dejado de ser niños para siempre; terminaría con la enfermedad mental que representaban los adultos, y daría a la humanidad, una segunda oportunidad. Lucy comenzó a cantar un villancico, una lágrima acompañó la melodía. Cerca de Olduvai, en las planicies del Serengueti, donde empezó todo, la DIHIOS inició la cuenta atrás. Papá Noel estaba a punto de colarse en todos los calcetines.
https://cuentosdelcalamarlunar.com/2021/12/16/cronica-de-lucy-y-la-perfecta-navidad/
Mik Way. T ©
Preciosísimo cuento, lleno de tremendas realidades que se pueden adaptar, perfectamente, a nuestros tiempos. La etapa que estamos viviendo es una buena muestra, en donde, en lugar de solidaridad, comprensión y unión para avanzar, sobresale el odio, la mala educación y la desesperanza.
Afortunadamente, como dice Mik Way en su relato, la esperanza reside, y siempre lo hará, en los niños. De todo esto deberían nacer mejores generaciones.
¡¡Esperemos!!
Feliz Navidad y un Añito Nuevo más tranquilo, alegre y disfrutable.
Un abrazo.
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Ya lo creo es nuestra esencia de navidad, en la que se ha convertido y seguimos.
Me encanta porque además del gran mensaje que nos deja rompe los esquemas del cuento de navidad y con una narrativa excelente.
Por supuesto con esperanza.
Feliz Navidad de vuelta, José y que el año nuevo pueda ser más disfrutón.
Abrazos.
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Te deseo Feliz Navidad, te deseo salud, paz, amor, felicidad y todo lo bueno… con mucho cariño.
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Mil gracias, Julie, igualmente salud y paz y todo lo bueno que nos quepa y además no tiene coste: derrochar cariño, reír hasta que duela y soñar sin medida.
Todo lo que merece la pena.
Mucho cariño de vuelta.
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Espero que la locura de contemplar, nos exima de alguna responsabilidad. Un besazo.
Feliz Navidad.
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Bueeeeeno, habrá que valorarlo
Un besazo de vuelta.
¡Feliz Navidad!
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A parte de la esperanza hay que creer que nosotros podemos revertir la situación. Te deseo de todo corazón una Feliz Navidad. Un gran abrazo.
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Desde luego es lo más importante, Manuel, revertir esta situación que es un sinsentido. Mantengamos la esperanza.
Feliz Navidad, para ti también, de todo corazón.
Un gran abrazo de vuelta
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Gracias por tus deseos.
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Muchas Gracias Lola por difundir el relato, y por ese precioso prologo que lo acompaña, un gran abrazo, y feliz año¡¡
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Gracias a ti siempre, Mik.
Un gran abrazo de vuelta y feliz año venidero… que nos roza los talones.
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