De vuelta

«Casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo, nacen de una actitud de aprecio por los demás». Dalai Lama

Seguro que tanto tiempo ha dado para mucho. No me refiero a hacer muchas cosas, más bien pensaba en lo recuperado, descubierto y redescubierto: el valor del silencio, de la naturaleza, a la que hemos dejado respirar; de la familia, de lo sencillo… Un modo de vivir despacio que ha modificado nuestra forma de mirar, lejos de la inmediatez con la que solemos caminar por el mundo.

Nos hemos visto pequeños ante la cara oculta de lo que no comprendemos e invalida nuestras seguridades. Hemos dado la vuelta a todo para encontrar otro sentido, y en este círculo, no perfecto, hemos acogido penas, rabia, miedos.

Con los relojes detenidos, sin importar sábados ni domingos, hemos intentado descifrar porvenires. Desvelar destinos inciertos. Escuchar silencios que cuentan historias. Historias que narran un futuro que está escrito en algún lugar.

Hemos reconocido nuestros malos hábitos y añadido nuevos ingredientes a nuestras costumbres. En la reclusión, hemos encontrado el verdadero valor de la libertad, de los abrazos, de los besos.

Poco a poco estamos de vuelta hacia una normalidad que no es nueva ni vieja, es una normalidad donde dos metros y una mascarilla será la forma más rápida de llegar. Sin olvidar que caminamos por un sendero frágil donde un mal paso nos puede llevar a la casilla de salida.

4 comentarios

  1. Así ha sido, como bien dices, un tiempo de descubrir trastos olvidados, de perder la prisa por llegar a ningún sitio y reflexionar sobre los muros que se alzan de la noche a la mañana. Un besazo.

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    • Gracias, Carlos. Hemos descubierto lo que significa sacudirse la prisa de encima para ver lo que queda debajo.
      Ahora nos queda recuperar lo que hace sentir más la vida: los abrazos, los besos, las sonrisas que se esconden tras la mascarilla.
      Un besazo de vuelta.

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  2. Y, sin embargo, después de sacudirnos la prisa, como bien dices, nos invade otra prisa… Una prisa acuciante por volver a la (¿nueva?) normalidad. Queremos, de nuevo, todo. Y cada día tenemos más prisa por tenerlo… Enseguida desaprendemos lo aprendido.
    Un abrazo

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    • Así es, Rosa. Cuando se relaja el miedo se enfría la solidaridad y se vuelve a las tendencias. Personalmente no pienso dejarme arrastrar por la prisa ni por otros sinsentidos que te venden como píldoras de felicidad en los que prevalece el tener, el poseer, a costa de renunciar a lo importante que tenemos delante de las narices.
      Nadaré a contracorriente aunque tenga que tragar alguna que otra bocanada.
      Gracias por tu reflexión.
      Un abrazo

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