«Qué ironía de la tecnología: mientras nos acerca a las personas más lejanas, nos aleja de las más cercanas...» Anónimo.
Antes los cafés eran centros neurálgicos de tertulias. Nuestras redes sociales. En los cafés se debatía ciencias, costumbres, política, literatura y otros asuntos mundanos.
Hoy las cafeterías son lugares de paso. El café se toma en la barra, lejos de la lentitud de otro tiempos, mientras se consulta el móvil. Y en las reuniones, resulta una imagen habitual ver parejas, familias, grupos de amigos habitando diferentes universos en línea. Miran, tocan, deslizan, escriben. Nadie presta atención a la persona que está enfrente. Nadie habla. Nadie parece estar allí realmente. Son presencias cercanas de lo ausente.
Paradójicamente, las redes sociales de hoy no socializan. Y los cafés tienen el aroma de la nostalgia. Vacíos de debates. Y conversaciones atentas, esas que miras a los ojos y escuchas la voz del que te habla.
Vale la pena conectar, más allá de las redes.
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Cada día más lejos…
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Perdidos en ese mundo virtual.
Gracias por leerme. Un abrazo.
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Qué acertada reflexión! Antes quedábamos con los amigos de toda la vida una vez a la semana, ahora una vez cada tres meses porque parece que basta con un mensaje telegráfico para estar en contacto.
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Ya lo creo, Marisa. Y lo más importante, después de ampliar en tanto tiempo los encuentros, ¿se está con los cinco sentidos o pendientes de otros mundos?
Gracias por el comentario. Un abrazo
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La escena de cuatro personas sentadas a la mesa y cada uno mirando su móvil es realmente penosa. Gran verdad la frase que introduce tu texto. Abrazos.
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Sí, Carlos, es que es una pena y más frecuente cada día. Gracias por leerme. Abrazos de vuelta.
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Tienes razón. Ese mundo tan frío y virtual nos va haciendo cada vez menos sociales. Ya no miramos a los ojos, ya no escuchamos. Preferimos hablar con alguien a través de una pantalla. Con nostalgia de esos cafés de antaño. ¡Un abrazo y hasta pronto!
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Gracias, Helena por compartir tu opinión. Da mucha pena. Lo peor es que cuando se hace tan habitual lo terminamos normalizando. Un abrazo de vuelta.
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Deberíamos vivir todos en la luna, de ese modo estaríamos siempre en la tierra.
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😊Seguramente, María. Un abrazo
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Una muy triste realidad…
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Muy triste. Abrazos
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Frase muy cierta. En algún momento escribí también sobre eso. Y lo que comentas de los cafés, coincido contigo. Lo que vamos ahí ya no aprovechamos el espacio para relcionarnos como antes, y también el formato de atención hace que de sientas con la prisa de tomar tu café y seguir el camino.
Buen Post!
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Gracias Diego por tu aportación tan reconfortante y leerme. Un abrazo.
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Muy de acuerdo, Lola. Gracias por decirlo. Es una realidad que hablamos menos y nos vemos (en todos los sentidos) menos por pensar que estamos en contacto diciendo cualquier cosa por guasap. Ya lo dice Bauman, vivimos cada vez más en una sociedad líquida…
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Gracias, Luz. Es lo que pasa cuando normalizamos las cosas y nos dejamos llevar por el piloto automático. Un abrazo.
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Aún perviven debates entre los largos paseos matinales de los jubilados. Un ambiente inexpugnable para la web. Un beso.
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👏👏Cuánto me alegra saber que existen esas reuniones sin redes y que deseo que no se pierdan.
Cuento los días 😉. Un beso, Carlos.
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Esa es la tendencia general, si. Pero no siempre ocurre eso. Sigue habiendo núcleos de irreductibles, personas que se reúnen para hablar, para escuchar, para meditar. En Toledo hay bastantes, de manera que tiene uno donde elegir. Hay incluso un bar con librería, donde bulle la inquietud intelectual de la mano de las cervezas. Resistamos.
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😁Claro qué sí. Se mantiene esa dimensión que añoro porque no es la más habitual pero sí la más importante y que hace que siga creyendo en el ser humano. Gracias por esta aportación de luz. Resistiré. 😉
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¡Adelante!
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Pasé y vi, me gustó.
Haré lo posible por repetir.
Saludos
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😊Bienvenido. Me alegro de que te guste. Saludos de vuelta y hasta pronto.
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Buenas:
No tengo tan claro que la tecnología esté detrás del distanciamento de las personas, si no más bien que es su contexto. Las personas ya éramos distantes e individualistas, la tecnología sólo creó espacios específicos. Si en la cultura occidental actual, dese que naces te ponen a competir con tus compañerxs para tener mejores notas, ser mejor en deportes, saber más idiomas y música. Si ya venimos al mundo como un proyecto de profesional en vez de promocionar la colaboración y la colectividad; si a las niñas y a los niños les peguntamos más veces qué van a ser de mayores (donde por “ser” se entiende su empleo, claro) que cómo se sienten o qué es lo que más les gusta de su clase ¿Esperamos adultxs que se regocijen en el contacto social, la tertulia, etc?
Un saludo.
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Buenas noches:
Aquellas personas que nacimos en los años anteriores a los 70 ó en la misma década éramos una sociedad colectivista. El aumento de recursos y con ellos las oportunidades de acceso a bienes materiales, en definitiva al consumo, modificaron nuestros valores y aspiraciones. Crece la competencia y con ella empezamos a buscar logros individuales en vez de colectivos. Si a todo esto le sumamos el avance tecnológico de las últimas décadas, nos encontramos, como bien comentas, con seres individualistas que sustituyen el compartir por el tener y por el querer diferenciarse, y donde se pierde el sentido del ser.
Importante reflexión. Gracias por leerme y por aportar tu otro punto de vista.
Un saludo de vuelta.
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Al final ni lo uno ni lo otro
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Gracias Víctor por tu aportación.
Cuestión de puntos de vista, pero me decanto por las relaciones de carne y hueso y, por supuesto, por el colectivismo. Un abrazo.
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