«Adopta el ritmo de la naturaleza; su secreto es la paciencia»
R. W. Emerson
La paciencia no está de moda. Empujamos las manecillas del reloj con el fin de alcanzar nuestros objetivos sin dar cabida al tiempo neutro, a la espera, acomodados en la gratificación instantánea donde prevalece el «ya» .
Nos corroe un nerviosismo, casi habitual, mientras esperamos la cola en el súper, a que se ponga el semáforo en verde o aguardando el autobús. Y lo cierto es que el mundo sigue su ritmo, tanto la vida como la tierra tienen sus estaciones. La primavera no despierta antes de su letargo invernal. No amanece hasta que sale el sol. Y como dijo el Principito: «Tendré que soportar dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas».
Recuerdo el tiempo, creo que no hace tanto, en el que teníamos tiempo. Menos propósitos y más calma. Hacíamos cola, algunas horas, para conseguir ver el último estreno. Esperábamos a poder revelar el carrete para disfrutar de nuestras fotos de las vacaciones. Cuanto más avivábamos la capacidad de espera más aumentaba nuestro deseo.
Porque la paciencia es la expectativa calmada que al contrario de adormecernos, nos despierta. Es una espera activa de la cual surge una tranquilidad que consiente ver las cosas con sosiego, al ritmo de lo que acontece.
Cuando esperamos sin desesperarnos se abre ante nosotros lo inesperado.
Eso sí, cada cosa a su tiempo. ¿A qué esperas?
Cuánta verdad, y qué mundo chiflado nos ha tocado vivir…
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Sí, un mundo demasiado precipitado que no da cabida a la espera calmada con su correspondiente disfrute. Gracias por tu aportación.
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Sabias reflexiones, Maestra. Me quedo anonadado. Abrazos
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Eres muy generoso. Pero más que maestra me considero alumna de la vida. Abrazos fuertes, Juan Carlos.
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Lola, Thanks for the invitation. I have added you to my follow list. It is the little things first.
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John, thanks for following me. It’s a pleasure for me.
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Totalmente de acuerdo y a pesar de eso la vida corre, que digo cada vez más se acelera hasta caer al abismo o salir volando. Creo que de vez en cuando necesito un rinconcito donde descansar.
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Gracias por leerme, Gabriel. Es importante darse cuenta de esa necesidad, un rinconcito donde descansar, parar, no hacer, reencontrarnos.
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Precisamente, la «falta de tiempo» es la mejor excusa para no hacer *nada*.
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Gracias Carlos por tu comentario. En este mundo gobernado por las prisas terminamos confundiendo velocidad con precipitación y entre tanta precipitación nos olvidamos de lo verdaderamente importante. Perdiendo por el camino saborear cada momento.
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