El final inevitable de una temporada trae el comienzo invisible de otra. Un lienzo en blanco donde iremos esbozando nuestras elecciones.
Cada año nuevo acarrea una lista de propósitos: hacer deporte, cuidar nuestra alimentación, cursos de idiomas, meditar, organizar mejor nuestro tiempo, estar más con la gente que queremos, con la familia… Objetivos en los que aliviamos nuestra conciencia y que nos hacen sentir que estamos en el buen camino.
Atiborramos nuestras agendas sin dejar huecos para reflexionar, para detenernos y preguntarnos: ¿qué nos gusta realmente? ¿qué buscamos? ¿qué queremos hacer? Cuestiones que exigen un gran conocimiento de uno mismo. Un proceso que supone conciencia y compromiso con lo que realmente es esencial para nosotros. Un proceso que conlleva dejar de acoplarnos a rutinas agobiantes y optar por la ligereza y la libertad.
Un proceso que implica vivir la vida de verdad.
«El mundo le abre paso al hombre que sabe dónde se dirige». Ralph Waldo Emerson
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